sábado, 24 de septiembre de 2011

Galicia-Portugal "Cortaron el cordón umbilical" (2011)

GALICIA - PORTUGAL «Cortaron el cordón umbilical»

La Voz viajó en el tren Vigo-Oporto, que dejará de operar el domingo
Autor: E. V. Pita
Localidad: Oporto
Fecha de publicación: La Voz de Galicia , 6 de julio de 2011

Son las 7.40 horas. Un billete para Oporto. La cajera de la estación ferroviaria de Urzaiz sonríe: «No va a durar mucho». La línea cierra el domingo. El tique cuesta 3,05 euros de Vigo a Valença. El revisor luso cobra el resto. La máquina que cruza la raia es un viejo modelo de Comboios de Portugal (CP) con 160 plazas y que recuerda a los míticos camellos cargados de estudiantes a Santiago. Arranca con seis minutos de retraso con una veintena de viajeros en cuatro vagones modernizados. Los más madrugadores han sido unos mochileros y peregrinos del norte de Europa, profesionales portugueses y obreros.
La noticia de que CP va a suprimir el próximo domingo la línea de Vigo a Valença ha caído como un jarro de agua fría. «Lo uso muchas veces porque vivo en Marín y es muy práctico porque me acerca a Vigo y luego puedo viajar cómodamente a Oporto, para visitar a mi familia», dice Natalia Freitas. Ella, sus dos niños y el gato son los únicos ocupantes del vagón de cabeza. Ahora busca una alternativa: «Tendré que tomar un bus porque, si no, debería ir en avión desde Santiago».
El segundo vagón es ocupado por ocho extranjeros. Una pareja de mochileros, con la concha de Santiago, cubren un bono Interrail, y otra joven consulta su portátil. «Es la primera vez», relata una familia en inglés.
El tercer vagón es el más animado. Dos profesoras brasileñas de la Universidad de São Paulo trabajan con su ordenador portátil apoyado sobre una maleta. Asistieron en Vigo a un congreso de educación y ahora van a otro en Braga. Se enteraron de esta línea por Internet el año pasado. «Nos llevamos un susto al saber que iban a quitar el tren, fue una sorpresa», dicen.
El abogado lisboeta Vitor Gomes fotografía la ría desde la ventana e interviene en la charla: «Es una pena que no haya más frecuencias. Lo hubo tres veces por día». Este profesional viaja desde 1999 desde Madrid a Lisboa, con parada para dormir en Vigo y sigue a Oporto, donde cambia de tren. Gomes tiene su propia teoría sobre la supresión del servicio. «El tren de la CP llega a Vigo al mediodía y está parado siete horas. Eso no es rentable porque el material hace falta abajo. Portugal necesita esas motoras, sobre todo en el corredor de Lisboa al Algarve. Esto es lo mismo que ha pasado en Badajoz». Su solución es sencilla: un tren de Vigo a Valença, y allí hacer el transbordo.
La primera parada es Redondela. Suben una decena de pasajeros, entre ellos un estudiante cargado de maletas y dos turistas brasileños. Cuando el convoy cruza el puente internacional del río Miño, los pasajeros se levantan y disparan sus cámaras.
El tren de la playa
Llegada puntual a Valença. Los peregrinos con mochila se apean y suben casi un centenar de pasajeros que lo usan como cercanías para desplazarse a Viana do Castelo y otras villas de la Costa Verde. Los paneles digitales promocionan el servicio veraniego: «Nom perda tempo en chegar á praia». El viaje es agradable, con un paisaje repleto de viñas, marismas, playas bravas, coloristas iglesias, chalés de estilo racionalista y mansiones coloniales. El revisor de la CP cobra 9,35 euros por el trayecto a Oporto. «No sé por qué van a quitar la línea de Vigo», admite. Los vagones van atestados, con ancianas labriegas, jóvenes con portátiles o MP3 y raperos. En Barcelos, el convoy se cruza con el tren a Vigo.
Sergio Miguel Enríquez Sousa estudia biología molecular en Santiago, pero su familia reside en Lisboa. «Esto me pilló por sorpresa. Hace seis años que hago este trayecto de un tirón, con un transbordo en Redondela. No sé cómo voy a hacer ahora para ir a los exámenes de septiembre porque el tren me va a dejar tirado en Valença por falta de combinaciones con Tui. Nos han cortado el cortón umbilical entre Lisboa y Santiago», dice.
Tras tres horas de ruta, el tren llega a la terminal de Campanha. Tres turistas gallegos siguen en metro ligero hasta la más céntrica estación de São Bento. A una manzana, en Os Aliados, para el autocar de Autna, que cobra 12 euros por el servicio a Vigo, que dura 1 hora y 40 minutos.


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